martes, 21 de julio de 2015

Gudel

Gudel, el pueblo del bosque misterioso y los jhakris.

Para llegar a Gudel cruzamos por la selva y las montañas, dos pueblos escondidos en los maizales y atravesamos un río desbocado. Suena como si se rompieran las montañas, pero solo es la fuerza que arrastra. El terremoto aun sigue teniendo efectos, rompió el lago de Mera Side en la región del Makalu.

El paseo por las montañas me maravilla y me regresa temporalmente la cobertura.
A medida que nos acercamos a Gudel el camino sigue cuesta arriba.
A veces sigue el curso del agua y entonces, auque tengas que subir, es sencillamente precioso.

Nuestro trabajo aquí consiste en visitar las casas y decidir como ayudar. La construcción muestra la necesidad de sus habitantes. La mayor parte de ellos están trabajando en el campo. Es tiempo de recolecta de mijo, el principal ingrediente de la bebida tradicional en Nepal. Van a venderlo a Lukla y Namche, los mercados más importantes de la región. Pasan el día trabajando, sin apenas tener tiempo para comer, por ello nuestra ayuda les llegará en burro desde Sotang, no pueden emplear el tiempo que les requiere traer la comida que les vamos a subministrar.

En una de las casas rotas habita un niño sólo. Su padre fue a trabajar a otro país y su madre murió. Llegamos a la cima con una comitiva de niños a nuestro alrededor y el móvil me regala cobertura, así que nos ofrecemos a alargar nuestra estancia para comer patatas y beber algo. La mujer del pendiente en la nariz cuenta cosas mientras hierve el cazo de patatas y trata de avivar el fuego. Cuando vuelvo la cabeza para verla, está llorando. Su hijo de 7 años desapareció hará tres meses y no ha sido el único. Recientemente desaparecieron tres más, ellos con más suerte, regresaron en pocos días. Se habla de unos entes bajitos con barba y pelo largo que habitan las cuevas en los bosques, se sirven del bastón aunque pueden volar y tienen el don de desaparecer. Se dice que se llevan a las niñas o niños para enseñarlos la magia jhakri y convertirlos en los hechiceros de los pueblos. Algunos nunca regresan.

Al caer la noche escuchamos el tambor de uno de ellos, se dirige a la casa de una persona difunta. Empieza a llover. Diluvia durante toda la noche. Al amanecer nos vamos.

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